Imagínese que la legislación laboral se aplicase al fútbol
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Rafael Rodríguez
La actual Selección de fútbol chilena está en carrera de ser la más exitosa de todos los tiempos.
Todo se ha puesto más exigente en el fútbol mundial; es más competitivo y por lo tanto más difícil sobresalir, pero en ese contexto la selección chilena después de décadas de opacidad, finalmente ha encontrado un camino para descollar, dando muchas alegrías y satisfacciones a todos los chilenos.
Es interesante preguntarse si es que sería posible obtener los resultados alcanzados si al fútbol se aplicasen las reglas de nuestra legislación laboral.
En primer lugar, en el fútbol se violan una serie de derechos laborales básicos; dos son los principales, el juego en días domingos y festivos y el máximo de horas de trabajo, tanto semanal, cuando están en algún campeonato internacional, como el límite máximo de horas diarias cuando están concentrados antes de un partido (al que hay que sumar el tiempo de traslado).
En segundo lugar, ¿usted conoce algún sindicato de jugadores a nivel de clubes? ¿No le parece sospechoso? ¿Habrá prácticas anti sindicales encubiertas en los clubes y en la selección?. Lo curioso es que existe un Sindicato de Futbolistas Profesionales, que más bien correspondería a una Federación, puesto que no hay tal concepto a nivel de clubes.
Otra infracción es que no se indica en los contratos los lugares donde se debe trabajar, norma que perfectamente sería solucionable poniendo un listado de todos los estadios, con sus respectivas direcciones, donde posiblemente se pueda jugar al fútbol, incluidos los lugares de entrenamiento, esto no sólo para Chile sino que también en el extranjero; posiblemente unas 35.000 direcciones.
A pesar de los numerosos incidentes de seguridad física dentro de los cuales se debe incluir la violencia ejercida por rivales a los que los trabajadores deben obligatoriamente enfrentar, no existe un experto en seguridad que capacite a los jugadores en tal vital necesidad, tampoco se observa el uso de elementos de seguridad personal, tales como cascos, protectores bucales que son obligatorios en actividades que estadísticamente generan menos accidentes que los que se observan en el fútbol.
Más aún, es notable que a vista y paciencia de la opinión pública, los jefes del equipo asesorados por doctores decidan infiltrar músculos resentidos para permitir que el trabajador pueda desempañar sus labores con evidente riesgo de su salud.
Se observa también, si bien no en forma muy recurrente, una violación a la libertad de qué hacer en los períodos de descanso que incluso pudiese estar en conflicto con libertades consagradas en los Principios de los Derechos Humanos.
Otras violaciones dicen relación con la no discriminación en posiciones similares. ¿Por qué razón una empresa paga al lateral derecho más que al lateral izquierdo? Este ejemplo se repite en forma masiva, constituyendo una grave infracción al concepto más básico de equidad.
En términos de equidad de género, no se conoce representante del sexo femenino que juegue en la Selección de Fútbol; no es un problema de cuotas; simplemente no existe.
Finalmente, para no extenderse demasiado, hablando de equidad, la familia del fútbol es la sociedad más desigual que existe en Chile, el índice de Gini aplicado a sus trabajadores es de nivel de país africano que ha implosionado. La pregunta obvia es entonces, ¿qué estará mal, el fútbol o la legislación laboral?